miércoles, 1 de diciembre de 2010

ACTITUDES DEL DISCÍPULO. PARÁBOLA DEL ADMINISTRADOR. Lc 16,1-13.

16 1 Y añadió dirigiéndose a sus discípulos:
- Había un hombre rico que tenía un administrador, y le fueron con el cuento de que éste derrochaba sus bienes.
2 Entonces lo llamó y le dijo:
- ¿Qué es eso que oigo decir de ti? Dame cuenta de tu gestión, porque no podrás seguir de administrador.
3 El administrador se dijo:
- ¿Qué voy a hacer ahora que mi señor me quita el empleo? Para cavar no tengo fuerzas; mendigar me da vergüenza.
4 Ya sé lo que voy a hacer, para que, cuando me despidan de la administración, hay quien me reciba en su casa.
5 Fue llamando uno por uno a los deudores de su señor y preguntó al primero:
- ¿Cuánto debes a mi señor?
6 Aquél respondió:
- Cien barriles de aceite.
Él le dijo:
- Toma tu recibo; date prisa, siéntate y escribe "cincuenta".
7 Luego preguntó a otro:
- Y tú, ¿cuánto le debes?
Éste contestó:
- Cien fanegas de trigo.
Le dijo:
- Toma tu recibo y escribe "ochenta".
8 El señor elogió a aquel administrador de los injusto por la sagacidad con que había procedido, pues los que pertenecen a este mundo son más sagaces con su gente que los que pertenecen a la luz.
9 Ahora os digo yo: Haceos amigos con el injusto dinero, para que, cuando se acabe, os reciban en las moradas definitivas.
10 Quien es de fiar en lo de nada, también es de fiar en lo importante; quien no es honrado en lo de nada, tampoco es honrado en lo importante.
11 Por eso, si no habéis sido de fiar con el injusto dinero, ¿quién os va a confiar lo que vale de veras?
12 Si no habéis sido de fiar en lo ajeno, lo vuestro, ¿quién os lo va a entregar?
13 Ningún criado puede estar al servicio de dos amos: porque o aborrecerá a uno y querrá al otro, o bien se apegará a uno y despreciará al otro. No podéis servir a Dios y al dinero.


EXPLICACIÓN.

Segunda secuencia: 1-13- Dirigida a los discípulos. La parábola es clara si se tienen en cuenta los usos de la época. La reducción de la cifra en el recibo no significa fraude al dueño, sino renuncia a la propia comisión. Por eso el dueño elogia al administrador (8); lo injusto, el dinero mismo.

Aplicación de la parábola a los discípulos (9), cf. 12,33; 14,33. Lo de nada (10), el dinero; no sólo es trivial e irreal, no es además cosa propia del hombre (12: lo ajeno). Lo propio del hombre es el Espíritu, don del Padre (11,13); para recibirlo se requiere el desprendimiento (11,33-36). El Espíritu lleva al don de sí mismo; quien no está avezado a dar (12,33) no podrá responder a él (11s). Colofón: el amor al dinero, una idolatría. Hay que optar entre los dos señores: no hay término medio (13).

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