9 Entonces se puso a decirle al pueblo esta parábola:
- Un hombre plantó una viña, la arrendó a unos labradores y se marchó a otro país para una buena temporada.
10 A su tiempo envió un siervo a los labradores, para que le entregasen su tanto del fruto de la viña, pero los labradores lo apalearon y lo despidieron de vacío.
11 Insistió mandando otro siervo, pero también a éste lo apalearon, lo insultaron y lo despidieron de vacío.
12 Insistió mandando un tercero; pero también a éste lo malhirieron y lo echaron.
13 El dueño de la viña se dijo entonces:
- ¿Qué hago? Voy a mandar a mi hijo querido; quizás a él lo respetarán.
14 Pero los labradores, al verlo, razonaron entre ellos:
- Éste es el heredero; lo matamos y será nuestra la herencia.
15 Lo empujaron fuera de la viña y lo mataron.
- Vamos a ver, ¿qué hará con ellos el dueño de la viña?
16 Irá, acabará con aquellos labradores y dará la viña a otros.
Al oír esto exclamaron:
- ¡No lo permita Dios!
17 Él, mirándolos fijamente, les dijo:
- ¿Qué significa entonces aquel texto de la Escritura:
"La piedra que desecharon los constructores se ha convertido en piedra angular"? (Sal 118,22).
18 Todo el que cae sobre esa piedra se estrellará y, si ella cae sobre alguno, lo hará trizas.
19 Los letrados y los sumos sacerdotes, dándose cuenta de que la parábola iba por ellos, intentaron echarle mano en aquel mismo momento, pero tuvieron miedo del pueblo.
EXPLICACIÓN.
9-19. Parábola dirigida al pueblo, que se convierte así en una denuncia de los dirigentes. La viña, símbolo de Israel en su calidad de pueblo de Dios (Is 5,1-7; cf. Jr 2,21; Ez 15,1-6; 19,10-14; Os 10,1; Dt 32,32s; Sal 80,8ss; Jl 1,7).
Jesús resume la historia de la infidelidad a Dios de los dirigentes del pueblo. El fruto, la justicia y el derecho (cf. Is 5,7), expresiones del mandamiento del amor al prójimo. Nunca se ha recogido ese fruto en Israel. Los enviados de Dios (los profetas) fueron siempre maltratados (cf. 11,47); los tres siervos enviados por el dueño de la viña compendian a todos (10-12).
Los labradores representan ahora a los dirigentes que quieren matar a Jesús (19,47). Matando al Mesías quieren hacerse dueños definitivos del pueblo, eliminando toda esperanza de liberación (14). El fin desastroso de los labradores equivale a la destrucción de Jerusalén anunciada antes (19,41-44; 18,7s): la institución judía, centrada en el templo, va a desaparecer. Responsabilidad de los dirigentes, que, al rechazar al Mesías, van a provocar la ruina de la nación. El reino de Dios se verificará en otros pueblos que no sean Israel (cf. 13,35). Reacción de espanto (15s).
Nueva comunidad fundada sobre el Mesías rechazado (Sal 118,22) (17). Toda oposición a este plan es vana y conduce a la ruina de los adversarios (cf. Is 8,4; Dn 2,34s.44) (18). Jesús informa al pueblo de los planes de sus dirigentes, los que le pedían credenciales (20,1-8). Los representantes de la Ley y del sacerdocio desean apoderarse de Jesús, pero los detiene el temor al pueblo (cf. 19,48; 20,6) (19).
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