4 1 Jesús, lleno de Espíritu Santo, regresó del Jordán, y el Espíritu lo fue llevando por el desierto
2 durante cuarenta días, mientras el diablo lo tentaba. Todo aquel tiempo estuvo sin comer y al final sintió hambre.
3 El diablo le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, dile a esta piedra que se convierta en pan.
4 Jesús le contestó:
-Está escrito que "no sólo de pan vivirá el hombre".
5 Después, llevándolo a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo
6 y le dijo:
-Te daré toda esta autoridad y su gloria, porque me la han dado a mí y yo la doy a quien quiero;
7 si tú me rindes homenaje, será toda tuya.
8 Jesús le contestó:
-Está escrito: "Al Señor tu Dios rendirás homenaje y a él solo prestarás servicio".
9 Entonces le condujo a Jerusalén, lo puso en el alero del templo y le dijo:
-Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí abajo,
10 porque está escrito: "Dará órdenes a sus ángeles para que te guarden",
11 y también: "Te llevarán en volandas, para que tu pie no tropiece con piedras".
12 Le contestó Jesús:
-Está mandado: "No tentarás al Señor tu Dios".
13 Acabadas todas sus tentaciones, el diablo se alejó de él por un tiempo.
EXPLICACIÓN.
La mención del Espíritu y la del Jordán ponen a las tentaciones en estrecha conexión con el bautismo. Las tentaciones descubrer por contraste las opciones incluidas en el compromiso de Jesús, quien muestra su fidelidad a ellas. El Enemigo, el diablo, personifica la oposición implacable al plan salvador, que intenta desviar a Jesús de su programa mesiánico, (1s). Cuarenta días, se reducen a escala individual los 40 años del camino de Israel hacia la tierra prometida; representan el tiempo de la actividad de Jesús; éste comienza el nuevo éxodo (el Espíritu lo fue llevando), que culminará con su muerte (9,31); en el relato evangélico, "el diablo", estará representado por actores humanos (cf. 4,34.41). Lc no utiliza el término religioso "ayuno", sino la frase neutra estuvo sin comer; hambre, deseo de manifestar su absoluta fidelidad a los hombres y al Padre; su alimento es la entrega total (cf. 22,8.15).
Primera tentación. Hijo de Dios (3), alusión a la voz del cielo (3,22); tentación: que el Mesías utilice su poder para calmar su hambre, es decir, para renunciar a su entrega, evitando la muerte. Respuesta (4), Dt 8,3 (más breve que en Mt 4,4): no es el pan que se obtiene el único que da vida al hombre (vida física), es sobre todo el pan que se entrega (alusión a la eucaristía, 22,19), el don de la propia persona (vida definitiva).
Segunda tentación (tercera en Mt), presentada como visión. El mundo (5), el ámbito del reino de Dios (Sal 2,8s). No es Dios, sino el diablo, quien confiere el dominio y el poder (contra Dn 4,14; Jr 27,5; Sab 6,3; Job 36,7). Tentación: ofrece el imperio universal; quiere que Jesús se erija en Mesías político y dominador (6). Condición: reconocer por dios al enemigo del hombre, renegando del verdadero Dios (7). Respuesta (8), Dt 6,13: la ambición de dominio y gloria equivale a la idolatría. La salvación se efectuará por el servicio, no por el dominio (cf. 9,25).
Tercera tentación (segunda en Mt), en Jerusalén, en el templo (9, cf. 2,41-46, último episodio de la infancia; 9,31, punto de partida de su éxodo/muerte). Con la Escritura (Sal 91,11 y 12), el diablo incita a Jesús a cumplir una acción irresponsable, poniendo a prueba la fidelidad de Dios. Respuesta (12), Dt 6,16 (cf. Is 7,12): no se puede dudar de esa fidelidad (cf. Lc 23,46).
Las tres tentaciones las compendian todas (13), y Jesús las supera. La tentación culminará en el Monte de los Olivos. También los discípulos habrán de sufrirla (22,40.46). Por un tiempo: el diablo volverá a la carga (cf. 22,3.31).
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