miércoles, 19 de enero de 2011

LA VERDADERA GRANDEZA. PROMESA. Lc 22,24-30.

24 Surgió además entre ellos una disputa sobre cuál de ellos debía ser considerado el más grande.
25 Jesús les dijo:
- Los reyes de las naciones las dominan, y los que ejercen la autoridad sobre ellas se hacen llamar bienhechores.
26 Pero vosotros, nada de eso: al contrario, el más grande entre vosotros iguálese al más joven, y el que dirige al que sirve.
27 Vamos a ver, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? El que está a la mesa, ¿verdad? Pues yo estoy entre vosotros como el que sirve.
28 Sois vosotros los que os habéis mantenido a mi lado en las tentaciones,
29 y yo os confiero la realeza como mi Padre me la confirió a mí.
30 Cuando yo reine, comeréis y beberéis a mi mesa y os sentaréis en tronos para juzgar a las doce tribus de Israel.


EXPLICACIÓN.

24-30 Los discípulos no han hecho el compromiso significado por la copa: siguen manifestando su deseo de grandeza (9,46-48) (24). Bienhechores (25), título que se asignaban algunos reyes helenistas. A diferencia de los reinos paganos, en el reino de Dios (sociedad alternativa) no hay lugar para el dominio (cf. 1 Sm 8,5) ni éste se considera un beneficio; se practica la igualdad y el servicio mutuo (26).

El más joven, que carecía de todo rango, opuesto al "anciano"/presbítero, institución judía (cf. 22,66: senadores = presbíteros/ancianos). El liderazgo se identifica con el servicio. Jesús pone como ejemplo su propio comportamiento (27); ante esto, no cabe invocar privilegios.

Las tentaciones (28) remiten a las del desierto (4,1-13), verificadas a lo largo de la vida pública. Aunque no aceptan la entrega del Hombre (9,22.44s; 18,31-34), los discípulos no han abandonado a Jesús. A esta lealtad responderá Jesús con el don de su propia realeza (la del Mesías/Ungido por el Espíritu, que hace hijos de Dios, 3,22), para que puedan participar en el banquete de su Reino (29).

Cuando yo reine (30), lit. "en mi Reino", el reinado de Dios ejercido en la tierra (cf. 5,24: autoridad de Jesús en la tierra, perdonando y dando vida; contraste con 22,25: dominio de los reyes de las naciones). El juicio se inaugurará con la muerte de Jesús: a lo largo de la historia, la respuesta de la comunidad creyente juzgará la actitud del Israel histórico que ha rechazado al Mesías, su rey (cf. 13,28-30; 14,24; 23,39-43).

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